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La insignia de la infamia y su alargada sombra en el Hércules
- Actualizado: agosto 29, 2020

J. A. SOLER / @jasoler65
En condiciones normales llevaríamos un par de jornadas de la temporada 20-21. El Hércules estaría muy probablemente en Tercera División, quién sabe si el Elche hubiera ascendido a Primera, el Alcoyano habría subido por la vía deportiva en lugar de la administrativa y hasta Messi se hubiera ido gratis del Barça el 10 de junio. Todo ello en condiciones normales.
El asunto es que este 2020 no está siendo un año normal. El Hércules se libró de bajar gracias a una pandemia, el Elche está en Primera por el magnífico trabajo realizado por Pacheta aunque también el virus le echó una mano desde Fuenlabrada y Coruña, el Alcoyano ha terminado ascendiendo sin jugar la repesca por unos falsos positivos de un tercer equipo, el rey de Europa cae en octavos, al Barcelona le caen 8 en cuartos y Messi ha pedido irse por burofax a dos semanas del comienzo del próximo curso.
Todo tan surrealista como el camino recorrido por el Hércules desde que disfrutó de su efímero momento de gloria en 2010. Precisamente, se cumplen ahora diez años del estreno blanquiazul en su último paso por Primera. Algo que va unido al décimo aniversario de un verano de pesadilla por las sospechas de amaños de partidos para subir a la élite y que terminó con la infame autoimposición de la insignia de otro.
«Me lo merezco», decía el homenajeado ante familia y amigos en aquel día para la infamia en la historia de una institución casi centenaria que si este fin de semana no ha empezado a jugar el campeonato de Tercera División ha sido gracias al maldito Covid-19.
Carmelo del Pozo, el mismo al que el iluminado de la insignia tuvo arrinconado en los despachos del club por un ataque de cuernos hace unos años, intenta poner orden y aplicar el sentido común entre tanto sin sentido acumulado en el Rico Pérez durante dos décadas.
Parece que están apareciendo brotes verdes, aunque la sombra del amo con insignia es tan larga que cuesta creer en un verdadero cambio de rumbo en el Hércules. Tanto como que el ascenso del eterno rival a Primera División apenas ha causado dolor en gran parte del herculanismo como sí lo habría hecho en otros tiempos.
Eso sí que no lo había conseguido ningún dirigente herculano en casi cien años de historia y, sin duda, merecería algún «reconocimiento» como el de hace diez años. “No diré que no me lo merezco porque sí es algo merecido”, dijo entonces y diría ahora el insaciable referente de monos, locos y tambores, sacando pecho porque el Hércules no pierde un partido desde febrero. Es la alargada sombra de una infame insignia.
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